Eran las principales construcciones religiosas, aunque algunos arqueólogos insinúan que eran edificios multipropósito.
Para asegurar el acceso al agua potable, se construyeron pozos y cisternas en los asentamientos mesopotámicos. Estos pozos a menudo se excavaban en el suelo y se revestían con ladrillos para evitar que el agua se contaminara. Las cisternas eran depósitos subterráneos para almacenar agua de lluvia.
Los palacios y templos mesopotámicos a menudo incluían jardines y patios interiores. Estos jardines a menudo eran ornamentales y se consideraban símbolos de la riqueza y el poder del gobernante o del dios al que se dedicaba el templo.